jueves, 9 de junio de 2016

Un título sencillo: Londres

Como si de un "deja vu" de mi pasado se tratara, en el mes de abril estuvimos visitando a nuestra familia de Londres. La misma imagen que tenía en mi cerebro se repetía en una realidad adaptada al presente. 

Todo comienza con el ajetreo de las maletas y la emoción de subirse a un avión. Esos aparatos tan enormes que siempre me han causado tanta admiración. Aunque no menos, la sensación que trasmite un aeropuerto. Un lugar enorme donde la tristeza y alegría van de la mano en los conceptos indistintos de llegar e irse.



Londres tiene algo especial que estimula mi cerebro. Su color, sus formas, el olor de sus casas, los sonidos. Todo es diferente. Y como uno va de vacaciones... el día a día también es distinto. Una de esas diferencias es que te toca compartir con tu hermano cama, coche o carrito de la compra... algo que en ocasiones aborreces, pero en muchas otras te divierte.






La mezcla de culturas que históricamente se impuso en Londres, han hecho de esta ciudad un lugar para crear tendencia o, al menos, para que uno pueda lucir los "looks" más prohibitivos sin llegar al nivel de Ibiza.

 

Para Gaby y Leo, este viaje es una experiencia que, por ahora, no supera más allá de los márgenes de la emoción. Pero para mi... y quizás para ellos en un futuro, son un compendio de sensaciones. Mezcla de nostalgia, alegría y recuerdos.

En nuestra visita de octubre, estuvimos visitando la ciudad. Este año hemos querido evocar a mi memoria e irnos a la fábrica de chocolate más famosa de Inglaterra (o eso creo). A Cabury´s World.




Una fábrica donde el chocolate te acompaña de todos los modos posibles. Desde su olor, hasta su sabor, pasando por las formas de peluche.




Y si algo tiene Londres... son sus inmensos parques donde pasear, jugar o corretear. Gran parte de mis recuerdos están en ellos: jugando al mini-golf, al cricket (algo que se me da aterradoramente mal), corriendo con el perro de la vecina de mi abuelo, cogiendo moras con mi abuelo hasta llegar al punto de la diarrea... Parques impresionantes en los que he querido que nuestros peques disfrutaran.




Pero todos los viajes, tienen algo en común. Uno tiene tantas ganas de hacer cosas que llega un momento en que el cuerpo no responde, queda extenuado y se apaga.


 


Sea por la compañía de nuestros familiares, a los que no he querido sacar para mantener su privacidad (y para que no me pidan derechos de autor), por el tiempo de relax, por los recuerdos evocados o por las experiencias vividas... nuestro viaje a Londres ha dejado su recuerdo en nuestros corazones.

Lo que nos queda... saber que muy pronto, volveremos.


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