jueves, 2 de abril de 2015

El viaje

Siempre que me embarco en un viaje comienzo con una sensación angustiosa de ansiedad. El cosquilleo comienza con la planificación, se profundiza a la hora de hacer las maletas y, llega a su máximo esplendor cuando me embarco en ese coche, autobús o avión. Después, misteriosamente, esa sensación desaparece como si se hubiera desabrochado un corchete, dando paso a una sensación generalmente apacible.

Y eso fue exactamente lo que me sucedió...

Todo comenzó un día casi como cualquier otro. Este marcado por un eclipse de sol que llegó a movilizar mareas y por el inicio de la primavera a las 23:45... Justo, cuando todo comenzaba.


Llevábamos días dejando todo preparado para el viaje. Gasolina en el coche, paquetes enviados, comida de las mascotas repuesta, arenero limpio... Como dicen que Murphy siempre está detrás de la pieza del puzzle no encajada, tratábamos de evitarla. Pero esa noche cuando sacaba la silla de Gabi para dejarla en casa durante mi guardia, "por si acaso", me daba cuenta que estábamos agitando las alas de la mariposa de Einstein.

Como antes de cualquier viaje, uno cena (o come, dependiendo de la hora del vuelo) y se sienta un poco a ver la televisión. Nosotros veíamos un reportaje de investigación de cómo una cadena de clínicas de estética habían llegado a la quiebra. Los agotadores anuncios de "volvemos en 7 minutos" nos hicieron plantearnos subir la cama. 

Al hacer la visita de rigor a la nevera por el ultimo vaso de agua, Ana asomó su cabeza desde la puerta y dijo: "creo que partimos!"

No quisimos apresurarnos, por si nos hacían volver atrás en la puerta de embarque o por si nos hacían esperar dentro en exceso hasta la hora de partir. Así, que metimos las maletas en el coche, preparamos las cosas de Gabi y nos tumbamos a seguir viendo la televisión. A las 0:30 nos dieron el primer aviso. Nos mantuvimos expectantes. Otro a la 1:00, el siguiente a la 1:20h... 

-Creo que es la hora... 

Y así lo hicimos. A Gabi le pusimos en su silla y lo encasquetamos a los abuelos (algo muy socorrido si quieres o tienes que ir de viaje). Parece extraño, pero los peques asimilan las cosas mejor que los adultos y con cara de "no entiendo nada, pero se que debo comportarme", nos despedimos de él.


Con tranquilidad nos dirigimos al puerto donde nos esperaron con los brazos abiertos y el material preparado. "Ya estas de cuatro!" dijo la comandante - "va a ser todo muy rápido".


Y dicho y hecho. Eran tan solo las 4:43 del 21 de marzo del 2015 cuando nuestro viaje comenzó. Un viaje que durará toda la vida. Un viaje que se llama: Leo.



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