martes, 11 de agosto de 2015

Llegamos al 2

Conduces poco a poco por la carretera y de repente te fijas en las vistas. Qué bonitas! Paras un minuto a apreciar el paisaje... Pero solo una parada corta porque el viaje no te permite explayarte todo lo que te gustaría. Desde ese pequeño mirador ves lo absorto el viaje que acabas de recorrer. Allí en la lejanía esta esa carreterita por que la que has venido, aunque debes fijarte bien para verla. 



De repente, aprecias que tus pies se resbalan y es que, bajo ellos, hay un pequeño barranco. Sin darte cuenta, ese camino que habías cogido tenía una pequeña pendiente y, metro a metro, has ido subiendo hasta un altura que, cuando miras hacia abajo, te da vértigo.

No queda tiempo! Tienes que dejar de pensar y volver al coche, pero tu cabeza piensa en como frenar ese ascenso. En cómo quedarte en esa parada. En la parada de "dos años". 



Pero ni se puede ni quieres. La curiosidad te pica y quieres experimentar lo que te espera más allá, en cumbres más altas. 


Es un pensamiento mezclado que combina el miedo a la velocidad, las ganas de descubrir y la nostalgia.

Sin saber cómo, has vuelto de nuevo al coche y estas de marcha siguiendo las señales que indican el camino a "3 años".


Pero lo peor es la inconsciencia que te acompaña en el asiento de al lado. Esa que no te deja ver que en la misma dirección pasas por los monumentos de los "5 meses" o la de los "39 años".

Esa que de vez en cuando se pone ha hablar del pasado y te recuerda que pasaste pueblos como "tercer aniversario".


Esa que se pone a hablar del cuadro que vio en ese museo que visitaste el mes pasado y que tanto le gusto: "beso al atardecer".


No insistas. No lo intentes. No puedes bajarte de ese coche. Como mucho... parar en algún mirador para apreciar el paisaje. Pero como no lo tengas muy presente... Quizás te saltes la mayoría de ellos.

Así que cuando no puedes cambiar algo, lo mejor es aceptarlo y estar preparado. Y al menos, Gaby lo está.


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