martes, 13 de enero de 2015

Navidad... dulce Navidad

Existen muchas formas de describir las Navidades.

Para algunos es esa época del año que acaba de terminar y que ya desean que vuelva a llegar. Para otros, la que hace mucho tiempo que paso y no tienen esperanza de volver a sentir.

Dicen que la Navidad es una época comercial e de falacia.

Yo tengo grandes y geniales recuerdos de mis Navidades con calles llenas de luces, mesas repletas de comida, adornos, regalos...

El prologo de estas fiestas se producía unas semanas antes, generalmente en el puente de diciembre, con la instalación de los adornos. En casa teníamos un árbol inmenso y un belén lleno de detalles que, en contra de nuestra impaciencia, mi madre se esmeraba en decorar.



Los nervios aumentaban cuando llegaban las funciones y era el momento de ponerte el disfraz para la función navideña. Ese que mamá había hecho con tanto cariño. Ese que tenía tantas ganas de ponerme y lucir. Ese que cuando me quería dar cuenta ya tocaba quitárselo.


Pero el pistoletazo de salida no se producía hasta que llegaba la lotería del niño. La misma mañana que comenzaba las vacaciones se correspondía con el cantar de las bolas y la constante búsqueda del boleto que nos hiciera millonarios.

Luego todo salía rodado. La nochebuena era una mezcla de emociones basada en la copiosa cena (que apenas probaba) y los nervios de desenvolver los regalos que Papá Noel nos habían traído. Recuerdo que algún año organicé con la ayuda de mi hermano un "show" para mis padres, algo que debió ser difícil de aguantar pero que ellos lo hicieron con valentía. 


Nochevieja y Año Nuevo eran días de "ponerse guapo", trasnochar y levantarse tarde. Un desorden de día que le daba su pequeño matiz.

Turrón, mantecados, uvas y por supuesto Roscón de Reyes. ¿Qué serían unas navidades sin un rosco con chocolate y la ilusión de conseguir el premio (con corona asociada) y esquivar el haba.


Pero si había un día especial en esta época, era la tarde de reyes. Una tarde en que la recuerdo moviéndome como una peonza sobre el sillón esperando con impaciencia que mi padre llegara del trabajo. 

Esa tarde era impresionante!!! 

Los primeros años mis padres nos llevaban a la cabalgata, de la cual no tengo grandes recuerdos a excepción de la barrera de personas que teníamos que sortear para que pudiéramos ver algo. Esta rutina fue reemplazada por algo que hoy parecería algo habitual pero, por aquel entonces era excepcional: tarde de cine. Era nuestro único día de cine al año. Mi madre repasaba con nosotros los periódicos (porque no había internet ni teletex para conocer la cartelera). Algunas de las películas que vimos fueron la de "Cazafantasmas", "Cortocircuito" o alguna de la saga de "Loca Academia de Policía". 

 
Después y como tradición inevitable, el día acababa con roscón con chocolate. A veces en casa y otras en alguna cafetería, como la extinta en la esquina del edificio "Schweppes" de la Gran Vía.


Grandes recuerdos y emociones que hemos revivido día a día con Gabi y que hemos tratado de contagiarle. Pero ojo!!! que Leo ha estado presente y tanto Papá Noel como los tres Reyes Magos le han traído regalos.

Dicen que la Navidad es una época comercial e de falacia.

Me encanta el comercialismo y la falacia... ya queda menos para la próxima.




    

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